Lectores:

Les presento aquí pequeñas columnas que nacen de sucesos, al principio insignificantes, que se encargan de relatar mis sensaciones, ideas, experiencias y pensamientos.

sábado, 14 de enero de 2012

SEGUNDA PARTE: "EN MEDIO DEL DULCE, LA ESCUELA DE LA VIDA"

“Mi frase favorita es cuándo nos vamos a tomar un café en el Astor”

No estás solo, hay otras personas que hacen del Astor su lugar de relajación, en donde ayudar a otras personas con sus problemas o discutir sobre temas actuales con algunos rectores o profesores que van de paso por el lugar se vuelven en una terapia. La escuela de la vida se ha vuelto Para Nubia Montoya de Mejía el lugar que frecuenta sin falta todas las mañanas.

A las nueve de la mañana camina por las escaleras del edificio Coltejer, cruza una cuadra y entra al Astor para encontrarse con nuevas historias. Llega sola pero la compañía no demora, aquellos que la conocen logran ubicarla, primera mesa del fondo a la derecha; saben que la mujer elegante, de mirada simpática y humilde, que habla con un tono de voz pausado y placentero está siempre ahí para convertirse en su confidente, en la persona que escucha sus problemas y ayuda a solucionarlos.

Siendo maestra ayudó a muchas de sus alumnas, y aunque el tiempo hizo que se retirará, convirtió al Astor en su salón de clase, aquel donde podía hablar con sus estudiantes sobre algún problema o reunirse con algunas profesoras a discutir lo que en el trajín del día habían olvidado.

Ninguna otra escuela inspira tanta tranquilidad como la que se respira en la escuela de la vida Astor, donde las reuniones improvisadas y acompañadas de un tinto se vuelven en un nuevo conocer. Para doña Nubia aprender y enseñar todos los días a través de las historias que escucha en el pasar del día, son un motivo de felicidad.

Esta dama hizo del Astor la escuela donde sigue interactuando con sus alumnas, aquellas que vio crecer y que hoy son todas unas profesionales; se siente cada vez más orgullosa de lo que hace y por eso lo comparte con la escuela de la vida, esa que se esconde entre los aromas dulces y los vivos colores, pero que hace de las conversaciones y el compartir del dulce el más agradable deseo de aprender.

PRIMERA PARTE: EN MEDIO DEL DULCE, LA ESCUELA DE LA VIDA

Su olor es inevitable, en la distancia sientes ese aroma; dulce, pegajoso, suave. Buscas entre la multitud el sitio de donde proviene tan deseable esencia. Caminas; no sabes hacía dónde pero tus sentidos sí; ves una puerta grande de color rojo y adornada con palmeras. Tratas de ver en su interior pues sabes que ahí está lo que buscas, tu mirada se detiene en esas figuras, todas de diferentes colores y formas. Se te hace agua la boca, te deleitas con solo olerlas de cerca, y sientes la imperiosa necesidad de saborearlas.

Te transportas, sabes que vagaste sin rumbo dejándote influir solo por tus sentidos, pero quieres saber dónde estás, miras a tu alrededor; de repente logras ver un letrero, estas en el Astor. Entras. Te sientes diferente, no sabes por qué pero el ambiente te hace sentir en calma, tranquilo, sin preocupaciones. Pides un tinto con dos de azúcar y el tan anhelado dulce que te llevó hasta tan remoto lugar.

Miras a tu derecha y a tu izquierda, te rodean hombres y mujeres bien vestidos, sentados en su silla lo más elegante posible, tienen una mirada seria y en su forma de hablar ves seguridad, esa que te dice que lo que hablan no son incoherencias, por el contrario, fluye conocimiento. Te sientes como en una escuela, pero no como esas donde los niños se sientan a escuchar al maestro esperando ansiosos a que suene el timbre para salir al recreo, esta es diferente, todos se hablan entre sí, las ideas fluyen y el conocimiento abunda.

El dulce se mezcla con el saber. Hablar de economía, política o de los sucesos del día acompañados de un café con pastel hacen del Astor una fuente de conocimiento, esa que se esconde detrás de una repostería para convertirse en la escuela de la vida, en el lugar donde las charlas se sumergen en el saber y pierden el sentido del tiempo.

martes, 27 de diciembre de 2011

PRIMERA MIRADA.. "En medio del dulce, la escuela de la vida"

Su olor es inevitable, en la distancia sientes ese aroma; dulce, pegajoso, suave. Buscas entre la multitud el sitio de donde proviene tan deseable esencia. Caminas; no sabes hacía dónde pero tus sentidos sí; ves una puerta grande de color rojo y adornada con palmeras. Tratas de ver en su interior pues sabes que ahí está lo que buscas, tu mirada se detiene en esas figuras, todas de diferentes colores y formas. Se te hace agua la boca, te deleitas con solo olerlas de cerca, y sientes la imperiosa necesidad de saborearlas.

Te transportas, sabes que vagaste sin rumbo dejándote influir solo por tus sentidos, pero quieres saber dónde estás, miras a tu alrededor; de repente logras ver un letrero, estas en el Astor. Entras. Te sientes diferente, no sabes por qué pero el ambiente te hace sentir en calma, tranquilo, sin preocupaciones. Pides un tinto con dos de azúcar y el tan anhelado dulce que te llevó hasta tan remoto lugar.

Miras a tu derecha y a tu izquierda, te rodean hombres y mujeres bien vestidos, sentados en su silla lo más elegante posible, tienen una mirada seria y en su forma de hablar ves seguridad, esa que te dice que lo que hablan no son incoherencias, por el contrario, fluye conocimiento. Te sientes como en una escuela, pero no como esas donde los niños se sientan a escuchar al maestro esperando ansiosos a que suene el timbre para salir al recreo, esta es diferente, todos se hablan entre sí, las ideas fluyen y el conocimiento abunda.

El dulce se mezcla con el saber. Hablar de economía, política o de los sucesos del día acompañados de un café con pastel hacen del Astor una fuente de conocimiento, esa que se esconde detrás de una repostería para convertirse en la escuela de la vida, en el lugar donde las charlas se sumergen en el saber y pierden el sentido del tiempo.

EN MEDIO DEL DULCE, LA ESCUELA DE LA VIDA

Todo va mas allá de las vitrinas, de sus olores y colores. Todo va mas allá de una cita en el Astor. Todo está en medio de las tertulias; charlas llenas de conocimiento, llenas de vida, cargadas de recuerdos, ideas, imaginación, saberes.

El Salón de Té Astor ubicado en el famoso pasaje Junín de Medellín es quizás para muchos el sitio ideal para comerse un dulce y delicioso Morito o tomarse un tinto acompañado de un pastel, pero para otros es el sitio de reuniones, donde conversaciones interminables se apoderan de cada rincón del Astor, convirtiéndolo así en "la escuela de la vida".

Quiero mostrar la otra cara de la moneda, esa que se esconde en las historias relatadas por Nubia Montoya, Maria Ligia Agudelo y Federico Villegas, personajes que han hecho del Astor su lugar de encuentro por mas de cuarenta años y que han hecho de el, sin saber por qué, parte de sus vidas y el testigo permanente del correr de los años.

martes, 20 de diciembre de 2011

UN ABREBOCAS AL INTERIOR DEL ASTOR

Me senté a tomar un jugo de mandarina, pero mi intención no era sentir su sabor o calmar mi sed, estaba ahí, mirando, tratando de leer los labios para saber qué estaban hablando, se me venían muchas ideas a la cabeza; acaso les importaba la crisis económica europea o relataban sucesos del día que merecían ser mencionados. No lo podía saber, pero de algo sí estaba segura, había interés, lo veía en sus ojos concentrados en la mirada del otro, lo percibía en sus ansias por responder a aquello de lo que estaban hablando.

No puedo decir que no me atreví a hablar con ellos, porque esa no era mi intención, pero sí logré entender lo que estaba sucediendo en ese lugar, en medio del aroma del café y de los dulces llamativos que inundaban las vitrinas, se estaba trayendo al presente la historia de una ciudad; en sus charlas, sus risas y sus silencios estaban las historias olvidadas por muchos, pero que para otros se vuelven en el dulce de cada día.

El Astor no solo es una repostería, se convirtió en una escuela, en donde todos son profesores y alumnos, en donde el recreo se convirtió en el momento de leer un libro y el examen, que ya no es una tortura, está hecho de relatos, pasado, imágenes, ideas.

En muchas de mis clases se habla de no dejar que la historia se extinga, sino traerla al presente y hacer de ella fuente de conocimiento, ese mismo conocimiento que en el Astor se mezcla con los dulces, esos que son un pretexto para empezar la clase del día.

lunes, 19 de diciembre de 2011

LA FELICIDAD DE MI HERMANO

No era Calle 13, como lo era para muchos, era mi hermano.

Todos anhelaban el momento, Calle 13 se presentaba el martes 6 de diciembre en la Feria de Ganado para celebrar los 14 años de Telemedellín. Los tumultos y la lluvia no impidieron que cientos de personas se reunieran en un mismo lugar para escuchar la vibra polémica de un cantante polémico como Calle 13.

Ahí, en medio del tumulto y la lluvia estábamos mi hermano y yo. No soy amante de Calle 13, como no soy amante de otra agrupación o cantante, me gusta la música, pero no me apasiona. Había otro motivo que me llevó a estar en ese lugar, la pasión por la música que sí tiene mi hermano.

Su guitarra es el gran amor de su vida, la melodía es su inspiración y las letras de sus canciones sus mejores amigos. Sé de su pasión como sé de las mías y nada me hacía más feliz que verlo gritando y saltando al ritmo de ese canto polémico. Su mirada era otra, no la reconocía, sin que él se diera cuenta vigilaba sus movimientos y sus gestos, ellos me decían que estaba feliz, extasiado, abstraído.

Me sentía plena y feliz, no por el concierto, aunque estuvo excelente lo acepto, era la felicidad de mi hermano la que me hacía sentir satisfecha. Me siento orgullosa de él, porque tiene sueños y pasiones, porque vive por su música, la siente y lo eriza cada vez que toca con su guitarra notas que para mí son imposibles pero para él son el aire en sus pulmones, la sangre en sus venas, el anhelo de su vida.

Muchos han dicho que vivieron el mejor concierto, yo puedo decir que en medio de un concierto de Calle 13 entendí la gran pasión de mi hermano hacia la música y vi en su mirada las ilusiones y los sueños que en un futuro, estoy más que segura, lo harán feliz.